martes, 15 de diciembre de 2009

14- Pekin, la llegada

12 de diciembre, 10h.30, Beijing Estación Central. Tiempo soleado, temperatura agradable.

Los 8000 km, han pasado tan rápidamente que es difícil no pararse a pensar que el mundo no es tan grande.

Voy a encontrarme con un buen amigo de las tierras manchegas que pasa su tercer año en esta ciudad, el punto de encuentro es la parada de metro Zhichunlu, salida F. El metro, recientemente modernizado y ampliado para los juegos olimpicos es muy cómodo para desplazarse por la ciudad. En el interior del vagón, una voz con acento americano indica las estaciones mientras los pasajeros, en un 99% locales, pasan el tiempo leyendo, jugando a la consola, maquillándose o durmiendo. Abajo, la fila de calzados de cuero reluciente de Moscu ya es historia, ahora se llevan todo tipo de calzados, modernos, deportivos, fashion, etc....

Mi amigo, que desde hace tiempo conocía mi afinidad por la cocina asiática, ha preparado un tour de restaurantes para los primeros días. Las 4 o 5 primeras comidas resultan memorables y me permiten iniciarme a los sabores de las regiones de Pekin, Yunnan y Sichuan (esta última basada en el picante). Probamos carnes, pescados, sopas, arroces, patatas y fideos preparados de 1001 formas diferentes. Algunos platos llegan a la mesa en plena cocción, en un plato elevado bajo el cual arde un bloque de cera, otros están llenos de colorido, los descubro, fotografío y degusto... el paraíso.

Me alojo en un pequeño hostal de viajeros en la zona centro de Pekin. El primer anillo de la ciudad esta dispuesto alrededor de la plaza Tiananmen, desde donde sale un conjunto de calles mayores en forma de parrilla. Entre esas calles, una infinidad de callejuelas silenciosas (unas 2000), componen el autentico Pekin histórico, los Hutongs. Las casas son generalmente de una planta y están adornadas con linternas chinas, paneles rojos, simbolos del ying y el yang, etc...

Ya ha empezado la semana y tengo energía para caminar, así que me subo al metro y me detengo en la parada Tiananmen Oeste. Subo las escaleras mirando hacia abajo para que la impresión sea mas fuerte. Al levantar la mirada, una plaza gigantesca y cientos de personas fotografiándose bajo el imponente retrato de Mao Ze Dong, que está colgado en la primera puerta de la ciudad prohibida. La mirada de Mao cruza toda la plaza en dirección al extremo sur, donde se encuentra su enorme mausoleo. A los lados, edificios de estilo comunista terminan de delimitar el recinto.

Después de las fotos de rigor, llega el momento de entrar en el palacio imperial. Ocupa un rectángulo de 72 hectáreas, rodeado por un muro de 10 metros de altura y esta dividido en puertas (templos situados en el centro del rectángulo) de nombres poéticos, como la Puerta de la suprema armonia o el Palacio de la pureza celestial. En los laterales, decenas de salas exponen los tesoros de cada dinastía. En el centro cada puerta da lugar a un siguiente rectángulo dominado a su vez por otra puerta. Las construcciones son de color rojo púrpura, excepto los motivos de los tejados que son principalmente azules. Después de cruzar una decena de templos, encontramos los jardines imperiales, un lugar bello, relajante y lleno de inspiración.

Igual de bellos son los otros dos parques que rodean la ciudad imperial. Desde lo alto de la colina del parque JingShan, una gran estatua de Buda en estado meditativo vigila la puerta norte del palacio. A unos 500 metros a su derecha, en lo alto de otra colina, una gran estupa blanca de 20 metros de altura se refleja en los lagos de los jardines Zhongnanhai. Estamos en el centro simbólico de la civilizacion china, y quizá estemos en el centro del mundo puesto que China se dice Zhongguo, lo que significa literalmente el imperio del centro.

Al caer la noche, elijo de nuevo el metro para ir hasta la ciudad olímpica. Nos encontramos ahora en uno de los símbolos de la modernidad y la apertura definitiva del país. Los dos protagonistas son el nido (estadio nacional) y el cubo de agua (piscinas olimpicas). El nido, iluminado de color rojo anaranjado esta equilibrado con el frio azul del cubo de agua. En medio, una estructura metálica en forma de torre exhibe una sinfonía de luces de colores, es la puerta de la ciudad olímpica. En los rascacielos de los alrededores, algunas pantallas dispuestas aleatoriamente muestran continuamente imagenes de los juegos.

Durante este primer día, hemos viajado un poco por la historia china, avanzando por las diferentes dinastías de la ciudad prohibida, pasando por la época maoista hasta llegar finalmente, al año olímpico. Proximamente visitaremos la muralla y los templos budistas y confucianistas. A pesar del idioma, tras pocos días, uno se siente como en casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario