jueves, 10 de diciembre de 2009

12- La entrada a China

Una frontera terrestre no suele ser una fuente de diversion, sobre todo si las administraciones caprichosas y algo caoticas como la rusa, cargan al pobre viajero con un sinfin de papeles, formularios y tarjetas de visita incongruentes. Una vez superado el primer obstaculo, y cruzada la tierra de nadie, aun falta la entrada al pais de destino. La frontera del lado chino es un gigantesco edificio, parecido a un aeropuerto. He ahi el primer contraste llamativo con la triste casucha del pais anterior.

Subimos unas escaleras mecanicas y en la cola de pago de tasas administrativas un oficial, vestido de uniforme verde, me pregunta si soy indu -supongo que por la forma de llevar mi nuevo gorro ruso. Al mostrarle mi pasaporte, modelo que probablemente no veia a menudo, y pronunciarle varias veces la palabra Espana, tuvo que comprobar la existencia de mi extrano pais con uno de sus superiores. Este ultimo, igual de esceptico que el primero, me invita a entrar a una pequena sala VIP, para que colabore mostrandole el contenido de mi mochila de viaje. No parece interesarle nada, excepto mi camara digital, que se encarga personalmente de explorar foto por foto. Todas le parecen aceptables y fuera de sospecha, excepto una en la que mi ultimo jefe de trabajo posa sonriendo, mientras le agarra los pechos a una estatua blanca del ultimo hotel donde trabaje. Finalmente, un tercer superior (tenia que ser casi coronel), que en un ingles basico, me pregunta sonriente si soy del Real Madrid o del Barcelona, mi invita a pasar a su pais.

Ya estamos en Manzhouli, la ciudad fronteriza del lado chino. Con sus apenas 50.000 habitantes (las fuentes varian mucho sobre este dato) y sus 7/8 calles de anchura, la ciudad parece comportarse como si en ella vivieran 2 millones de personas. Edificios gigantescos, torres modernas y carteles luminosos, frutos del reciente crecicimiento descontrolado, son en realidad un espejismo que esconde una ciudad del tamano de....Alcazar de San Juan? Su arquitectura es mas rusa que china y la mayoria de los carteles estan escritos en ambos idiomas.

En la estacion de tren, un tal Lanchu me ofrece su ayuda para comprar mi billete. Antes tengo que pasar por un cajero y me veo obligado a regresar al centro a lo que Lanchu se ofrece. Ante mi desconfianza, me muestra su documentacion y la de su mujer, los dos son "custom officers" -lo que no es de extranar, puesto que por Manzhouli pasan el 60% de las importaciones y exportaciones por via terrestre con Rusia y Europa del Este- y me dice que le crea, que es buena gente, en idioma ingles. Acepto su ayuda, me acompana en coche al banco mas cercano, y me lleva de nuevo a la estacion de tren donde me ayuda a comprer el billete. Mi intuicion me hace pensar que no tiene malas intenciones, aunque me mantengo atento por si acaso. Subimos de nuevo en su Honda automatico y me lleva a dar unas vueltas por su ciudad, mostrandome los edificios mas recientes con satisfaccion. Me pregunta mi opinion sobre la musica que suena y tras comprobar que de verdad me gusta (era musica tradicional de mongolia y sonaba realmente bien) saca el disco, lo mete en su caja y me lo regala. Lo acepto agradecido, pero cada vez mas mosqueado, pues el mundo de donde vengo, nadie da nada por nada. Pero parece ser que no es asi en todas partes y despues de mostrarme algunos barrios mas, me deja delante de un restaurante, me apunta su numero de telefono e insiste en que le llame si necesito algo....

Mi tren de noche a Haerbin es a las 19.00. Tengo tiempo para mandar algunos correos y aprender unas cuantas palabras del nuevo idioma. Manzhouli es algo asi como albacete, sin comentarios.

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